Melvin y su familia sueñan con un nuevo comienzo en EE. UU.

Melvin y su familia sueñan con un nuevo comienzo en EE. UU.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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Ahora, con una mezcla de esperanza y determinación, espera obtener su cita a través de la aplicación CBP One.

“Solo falta un apellido en el acta de mi hijo menor”, comenta con una mezcla de frustración y optimismo. Ese pequeño detalle podría marcar la diferencia entre quedarse estancado o avanzar hacia su sueño: llegar a Carolina del Norte, donde su hermana lo espera desde hace tres años.

Navidad lejos del hogar

Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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Melvin es uno de los muchos migrantes que sueñan con llegar a Estados Unidos, quien relata que en su primer intento enfrentó la pesadilla de ser secuestrado.

Ahora, con una mezcla de esperanza y determinación, espera obtener su cita a través de la aplicación CBP One.

“Solo falta un apellido en el acta de mi hijo menor”, comenta con una mezcla de frustración y optimismo. Ese pequeño detalle podría marcar la diferencia entre quedarse estancado o avanzar hacia su sueño: llegar a Carolina del Norte, donde su hermana lo espera desde hace tres años.

Navidad lejos del hogar

Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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En el refugio Amparito, en el sur de México, Melvin ajusta su gorra mientras observa a sus hijos jugar en el patio polvoriento. Es un momento de calma en medio de semanas llenas de trámites, dudas y esperanza.

Melvin es uno de los muchos migrantes que sueñan con llegar a Estados Unidos, quien relata que en su primer intento enfrentó la pesadilla de ser secuestrado.

Ahora, con una mezcla de esperanza y determinación, espera obtener su cita a través de la aplicación CBP One.

“Solo falta un apellido en el acta de mi hijo menor”, comenta con una mezcla de frustración y optimismo. Ese pequeño detalle podría marcar la diferencia entre quedarse estancado o avanzar hacia su sueño: llegar a Carolina del Norte, donde su hermana lo espera desde hace tres años.

Navidad lejos del hogar

Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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A solo días de cerrar el año, Melvin, su esposa y sus dos hijos pequeños aguardan en un refugio en Tabasco, México, con la esperanza de que un pequeño detalle en los documentos sea la llave que abra el camino hacia Carolina del Norte, donde los espera un futuro prometedor.

Melvin Cardona originario de Hondura cuenta su travesía por Tabasco para llegar a Estados Unidos junto con su familia. Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

En el refugio Amparito, en el sur de México, Melvin ajusta su gorra mientras observa a sus hijos jugar en el patio polvoriento. Es un momento de calma en medio de semanas llenas de trámites, dudas y esperanza.

Melvin es uno de los muchos migrantes que sueñan con llegar a Estados Unidos, quien relata que en su primer intento enfrentó la pesadilla de ser secuestrado.

Ahora, con una mezcla de esperanza y determinación, espera obtener su cita a través de la aplicación CBP One.

“Solo falta un apellido en el acta de mi hijo menor”, comenta con una mezcla de frustración y optimismo. Ese pequeño detalle podría marcar la diferencia entre quedarse estancado o avanzar hacia su sueño: llegar a Carolina del Norte, donde su hermana lo espera desde hace tres años.

Navidad lejos del hogar

Este año, las luces navideñas no decorarán su casa en Honduras. En lugar de ello, la familia pasará las fiestas en Tabasco, compartiendo tamales con otros migrantes y recordando los momentos felices en su tierra.

“Nos duele no estar en casa, pero sabemos que estamos aquí por un mejor futuro para nuestros hijos”, dice Melvin, mientras su esposa asiente en silencio.

El trayecto no ha sido fácil. Desde que salieron de Sabá, Colón, enfrentaron agotadores viajes en autobús, noches al aire libre y la constante amenaza de las autoridades migratorias.

Sin embargo, en el refugio Amparito encontraron una red de apoyo. “Aquí nos están ayudando a conseguir nuestra cita para cruzar legalmente”, explica Melvin, aferrándose al sueño que lo mantiene en pie.

El refugio Amparito en donde se albergan Melvin y su familia en Tabasco. Refugio Amparito / Foto: Marco López / El Heraldo de Tabasco

Un puente hacia el futuro

El objetivo final es claro: unirse a su hermana en Carolina del Norte, donde ya ha construido una vida estable.

Para Melvin, ese lugar no solo significa seguridad económica, sino también la posibilidad de que sus hijos crezcan en un entorno más seguro.

“Queremos trabajar, estudiar, salir adelante. No pedimos nada regalado, solo una oportunidad”, afirma con determinación.

La historia de Melvin es una entre miles que se entretejen en las fronteras de México y Estados Unidos. Aunque las noches son frías y el camino incierto, su fe lo mantiene firme.

“A unos días de que termine el año, no puedo rendirme. Este será nuestro año, lo sé”, asegura.

Para esta familia hondureña, la Navidad no traerá regalos, pero sí una dosis de esperanza que los impulsa a seguir adelante.


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