Marlene Banegas, la fiscal que desafió al crimen y pagó con su vida

Marlene Banegas, la fiscal que desafió al crimen y pagó con su vida

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



Source link

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



Source link

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



Source link

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



Source link

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



Source link

Marlene Banegas no era una fiscal común. Desde sus primeros días en el Ministerio Público, demostró una dedicación incansable por la justicia.

Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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El legado de Banegas, una fiscal valiente que luchó hasta el final por la justicia, permanece vivo en quienes conocieron su valentía y entrega.

Marlene Banegas no era una fiscal común. Desde sus primeros días en el Ministerio Público, demostró una dedicación incansable por la justicia.

Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Una década ha pasado y, aunque dos expolicías fueron llevados ante la justicia, los autores intelectuales de este crimen siguen sin ser identificados.

El legado de Banegas, una fiscal valiente que luchó hasta el final por la justicia, permanece vivo en quienes conocieron su valentía y entrega.

Marlene Banegas no era una fiscal común. Desde sus primeros días en el Ministerio Público, demostró una dedicación incansable por la justicia.

Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Este día se cumplen 10 años del asesinato de la fiscal Marlene Banegas y su compañera Olga Patricia Eufragio, ocurrido el 10 de octubre de 2014 en San Pedro Sula, al norte de Honduras.

Una década ha pasado y, aunque dos expolicías fueron llevados ante la justicia, los autores intelectuales de este crimen siguen sin ser identificados.

El legado de Banegas, una fiscal valiente que luchó hasta el final por la justicia, permanece vivo en quienes conocieron su valentía y entrega.

Marlene Banegas no era una fiscal común. Desde sus primeros días en el Ministerio Público, demostró una dedicación incansable por la justicia.

Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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Marlene Banegas, una fiscal valiente que enfrentó sin temor a las más peligrosas organizaciones criminales en Honduras, fue asesinada el 10 de octubre de 2014, junto a la también fiscal Olga Eufragio.

Este día se cumplen 10 años del asesinato de la fiscal Marlene Banegas y su compañera Olga Patricia Eufragio, ocurrido el 10 de octubre de 2014 en San Pedro Sula, al norte de Honduras.

Una década ha pasado y, aunque dos expolicías fueron llevados ante la justicia, los autores intelectuales de este crimen siguen sin ser identificados.

El legado de Banegas, una fiscal valiente que luchó hasta el final por la justicia, permanece vivo en quienes conocieron su valentía y entrega.

Marlene Banegas no era una fiscal común. Desde sus primeros días en el Ministerio Público, demostró una dedicación incansable por la justicia.

Con una determinación que pocos poseen, se adentró en algunos de los casos más peligrosos y complejos de Honduras, sin importar las amenazas que esto pudiera traer.

“Era de esas pocas que se apasionan por su trabajo, que no ven horarios porque solo piensan en resultados”, recuerdan sus colegas.

Marlene Banegas vivió una vida entregada a la justicia, pero fue arrebatada por el crimen.

El crimen que sacudió a Honduras

El 10 de octubre de 2014, los sicarios interceptaron el vehículo en el que viajaban por la Avenida Circunvalación, cerca de la colonia Prado Alto.

A Marlene ya la habían amenazado en varias ocasiones debido a un caso de lavado de activos que investigó.

Su valentía y temple la pusieron en la mira de los criminales, quienes le hicieron seguimiento durante semanas antes de ejecutar el ataque.

“Pocas veces sintió miedo”, recuerdan sus compañeros. A pesar del riesgo, Marlene Banegas nunca dejó de hacer su trabajo.

Enfrentó a bandas como Los Terreros y lideró casos emblemáticos como el asesinato del periodista Aníbal Barrow y el robo del avión en la Fuerza Aérea Hondureña, entre otros.

El vehículo en el que se trasladaban las fiscales el 10 de octubre de 2014.

Un vacío

Aunque la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV) logró la condena de dos expolicías vinculados al crimen, los autores intelectuales del asesinato siguen sin ser identificados.

El crimen no solo enlutó a la familia de Marlene, sino también a todo el Ministerio Público, donde era respetada y admirada.

“Sabían que tenía un perfil alto de riesgo, y aún así le quitaron el carro blindado y la seguridad”, lamentan sus compañeros.

Marlene Banegas en su trabajo de campo como fiscal en San Pedro Sula.

Una líder nata

Marlene Banegas era una líder dentro de la Fiscalía. Como coordinadora regional en San Pedro Sula, tenía el control total de las fiscalías bajo su mando.

“Sabía qué casos estaba manejando cada fiscal, los resultados de cada audiencia, y se preocupaba por los procesos disciplinarios. Pero también era muy empática cuando alguno de sus subalternos tenía un problema”, relatan quienes trabajaron con ella.

Su dedicación y meticulosidad eran impresionantes. No dejaba cabos sueltos en ningún caso y, como jefa de la Fiscalía Especial Contra el Crimen Organizado (Fescco), no se detenía ante nada.

Esa entrega, sin embargo, fue lo que la convirtió en un blanco. “Era la piedra en el zapato de los criminales”, dicen algunos, lo que llevó a que tanto mareros como policías corruptos conspiraran para matarla.

Marlene Banegas junto a su hija Michelle Medina.

“Nunca dejó de hacer su trabajo”

Pese a las amenazas y la creciente inseguridad, Marlene nunca dejó de cumplir con su deber.

En los días previos a su asesinato, había interrogado a varios policías vinculados a la MS-13, y aunque la situación era cada vez más peligrosa, no se amedrentaba.

“Llevó varias investigaciones que apuntaban hacia la Mara Salvatrucha, y aunque la misma institución le falló al retirarle la protección, nunca dejó de hacer su trabajo”, recuerdan sus colegas.

Marlene tenía la costumbre de tomar café todos los viernes después del trabajo en la circunvalación. “Esa costumbre no se le quitó nunca, y justo de allí iba saliendo cuando la mataron”, lamentan.

Marlene Banegas y Olga Eufragio, ambas asesinadas el 10 de octubre de 2014.

Una hija que sigue el legado de su madre

La trágica muerte de Marlene Banegas dejó un vacío profundo en su familia, especialmente en su hija, Michelle Medina.

Tras el asesinato, Michelle tuvo que abandonar Honduras por seguridad, pero el espíritu de su madre sigue vivo en ella.

Hoy, Michelle es una destacada abogada en Estados Unidos, inspirada por la pasión por la justicia que heredó de Marlene.

“Mi mamá es la persona que más admiro”, dice Michelle con orgullo. “Ella tenía una pasión por el derecho penal, lo llevaba en la sangre. Cada caso que asumía, lo hacía con la misma dedicación como si fuera el de un familiar”, cuenta emocionada.

Michelle recuerda cómo su madre sacrificaba tiempo en familia por su trabajo, algo que de pequeña le costaba entender.

“Siempre me decía: ‘Hija, la ciudad necesita resultados’, y aunque le resentía por ello, “hoy comprendo lo importante que era para ella su trabajo”, relata Michelle.

Michelle Medina sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

Un homenaje a la justicia

Marlene Banegas dejó una marca imborrable en el sistema de justicia de Honduras. “Fue una fiscal que daba resultados”, recuerdan sus colegas.

En su honor, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le otorgó una placa de oro, reconociendo su sacrificio en la lucha por la justicia.

Su hija Michelle sigue honrando ese legado, viviendo cada día con los valores que su madre le inculcó: la honestidad, la integridad y la pasión por el derecho.

“Gracias a mi madre, pude abrirme puertas en otro país. Somos humanos, seguimos sanando, seguimos aprendiendo y tratando de ver el lado positivo de todo esto”, confiesa Michelle.



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