Hondureñas que transforman vidas en Baltimore, son tres historias de esperanza

Hondureñas que transforman vidas en Baltimore, son tres historias de esperanza

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Desde 2013, este centro se convirtió un espacio esencial para la atención médica y emocional de miles de personas que, como ellas, llegaron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.

Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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El Centro Sol, una reconocida organización de Baltimore que se dedica a brindar apoyo integral a la comunidad latina.

Desde 2013, este centro se convirtió un espacio esencial para la atención médica y emocional de miles de personas que, como ellas, llegaron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.

Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Trabajando desde el Centro Sol, cada una de ellas desempeña un rol fundamental, no solo brindando apoyo técnico, sino creando lazos humanos que empoderan a los inmigrantes latinos.

El Centro Sol, una reconocida organización de Baltimore que se dedica a brindar apoyo integral a la comunidad latina.

Desde 2013, este centro se convirtió un espacio esencial para la atención médica y emocional de miles de personas que, como ellas, llegaron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.

Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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En Baltimore, Estados Unidos, lejos de su natal Honduras, Astrid Mata, Claudia Ruiz Valerio y Yeini Álvarez encontraron una manera de ayudar a quienes, como ellas, enfrentaron la difícil tarea de adaptarse a una nueva vida en otro país.

Trabajando desde el Centro Sol, cada una de ellas desempeña un rol fundamental, no solo brindando apoyo técnico, sino creando lazos humanos que empoderan a los inmigrantes latinos.

El Centro Sol, una reconocida organización de Baltimore que se dedica a brindar apoyo integral a la comunidad latina.

Desde 2013, este centro se convirtió un espacio esencial para la atención médica y emocional de miles de personas que, como ellas, llegaron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.

Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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Astrid Mata, Claudia Ruiz Valerio y Yeini Álvarez son tres hondureñas que, con su talento y dedicación, brindan apoyo a inmigrantes en el Centro Sol de Baltimore.

En Baltimore, Estados Unidos, lejos de su natal Honduras, Astrid Mata, Claudia Ruiz Valerio y Yeini Álvarez encontraron una manera de ayudar a quienes, como ellas, enfrentaron la difícil tarea de adaptarse a una nueva vida en otro país.

Trabajando desde el Centro Sol, cada una de ellas desempeña un rol fundamental, no solo brindando apoyo técnico, sino creando lazos humanos que empoderan a los inmigrantes latinos.

El Centro Sol, una reconocida organización de Baltimore que se dedica a brindar apoyo integral a la comunidad latina.

Desde 2013, este centro se convirtió un espacio esencial para la atención médica y emocional de miles de personas que, como ellas, llegaron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.

Astrid, Claudia y Yeini actúan como mentoras, acompañando a los inmigrantes en su proceso de inclusión en la sociedad estadounidense.

Dos de ellas, Claudia y Yeini, pertenecen a la comunidad garífuna, una cultura rica en resiliencia y fortaleza, cualidades que impregnan en su trabajo diario en el centro.

Las hondureñas

Astrid Mata coordina programas juveniles. Foto: Centro Sol.

Astrid Mata recuerda las palabras de su abuela, quien le enseñó que ayudar a los demás no era solo un deber, sino una oportunidad.

“Cuando ayudas, también creces”, dice Astrid, quien hoy coordina programas juveniles en Centro Sol.

Su meta es clara: ofrecer a los jóvenes la orientación que necesitan para triunfar en un entorno que muchas veces les resulta ajeno y desafiante.

La fortaleza de la cultura garífuna

Claudia Ruíz Valerio, promotora de salud en el programa Mentes Fuertes.

Claudia Ruiz Valerio, con sus raíces garífunas, ha convertido la superación personal en el centro de su misión.

Como promotora de salud en el programa Mentes Fuertes, Claudia trabaja con adultos latinos que luchan contra la depresión y la ansiedad.

“Mi herencia garífuna es una fuente de orgullo, pero también de fuerza. He aprendido a enfrentar la vida con resiliencia, y eso es lo que trato de transmitir a quienes acompaño”, comenta.

Claudia, quien forma parte del Centro Sol por más de una década, sabe que la salud mental es un aspecto clave para la integración de los inmigrantes.

Su enfoque siempre proporciona las herramientas para superar sus barreras emocionales, ofreciéndoles el apoyo que muchas veces no encuentran en otros espacios.

Yeini Álvarez: del servicio militar a la comunidad

Yeini Álvarez atiende a mujeres embarazadas.

Para Yeini Álvarez, su vocación de servicio nació temprano. Después de mudarse a Estados Unidos a los 18 años, decidió unirse a la Marina, donde sirvió durante siete años.

Fue allí donde descubrió su pasión por ayudar a los demás. “El servicio militar me enseñó disciplina, pero sobre todo, me enseñó a trabajar por los otros”, afirma Yeini.

Hoy, Yeini está al frente de la atención a mujeres embarazadas y sus familias, asegurándose de que reciban el apoyo necesario durante momentos críticos.

Además, en Centro Sol, Yeini ayuda a quienes enfrentan problemas de salud mental, guiándolos a través de los programas de intervención y apoyo emocional.

“Siempre hay una oportunidad para hacer la diferencia, y eso es lo que me motiva cada día”, dice con orgullo.

Un legado

El impacto de las hondureñas: Astrid, Claudia y Yeini va más allá de sus roles en el Centro Sol. Estas tres mujeres hondureñas representan lo mejor de su país: el compromiso, la solidaridad y la empatía.

Su trabajo diario es un ejemplo de cómo, con determinación y corazón, se pueden superar las barreras de la distancia, la cultura y los retos personales.

La comunidad hondureña en Baltimore las celebra no solo por su dedicación, sino porque demuestran que, en cada rincón del mundo, hay hondureños dispuestos a transformar vidas.


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