La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Con un promedio de 15.3 metros de altura y una densidad de 404 árboles por hectárea en algunas regiones, estos ecosistemas representan un baluarte natural contra el cambio climático al secuestrar grandes cantidades de carbono.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Los manglares hondureños, distribuidos en las regiones costeras del Atlántico, La Mosquitia, el Pacífico e Islas de la Bahía, abarcan más de 51,970 hectáreas.
Con un promedio de 15.3 metros de altura y una densidad de 404 árboles por hectárea en algunas regiones, estos ecosistemas representan un baluarte natural contra el cambio climático al secuestrar grandes cantidades de carbono.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Los manglares hondureños, distribuidos en las regiones costeras del Atlántico, La Mosquitia, el Pacífico e Islas de la Bahía, abarcan más de 51,970 hectáreas.
Con un promedio de 15.3 metros de altura y una densidad de 404 árboles por hectárea en algunas regiones, estos ecosistemas representan un baluarte natural contra el cambio climático al secuestrar grandes cantidades de carbono.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
En las costas de Honduras, con un mosaico de manglares y praderas marinas, se está gestando una revolución silenciosa: un esfuerzo por vincular ciencia y política para combatir el cambio climático y proteger a las comunidades costeras.
Este trabajo, liderado por una alianza entre The Pew Charitable Trusts y el Centro de Estudios Marinos, podría redefinir la forma en que el país enfrenta sus desafíos ambientales.
La riqueza de los manglares en cifras
Los manglares hondureños, distribuidos en las regiones costeras del Atlántico, La Mosquitia, el Pacífico e Islas de la Bahía, abarcan más de 51,970 hectáreas.
Con un promedio de 15.3 metros de altura y una densidad de 404 árboles por hectárea en algunas regiones, estos ecosistemas representan un baluarte natural contra el cambio climático al secuestrar grandes cantidades de carbono.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.
Los manglares y praderas marinas de Honduras, un ecosistema vital para mitigar el cambio climático, protagonizan un esfuerzo científico-político que busca proteger a las comunidades costeras y fortalecer la conservación ambiental del país.
En las costas de Honduras, con un mosaico de manglares y praderas marinas, se está gestando una revolución silenciosa: un esfuerzo por vincular ciencia y política para combatir el cambio climático y proteger a las comunidades costeras.
Este trabajo, liderado por una alianza entre The Pew Charitable Trusts y el Centro de Estudios Marinos, podría redefinir la forma en que el país enfrenta sus desafíos ambientales.
La riqueza de los manglares en cifras
Los manglares hondureños, distribuidos en las regiones costeras del Atlántico, La Mosquitia, el Pacífico e Islas de la Bahía, abarcan más de 51,970 hectáreas.
Con un promedio de 15.3 metros de altura y una densidad de 404 árboles por hectárea en algunas regiones, estos ecosistemas representan un baluarte natural contra el cambio climático al secuestrar grandes cantidades de carbono.
El mangle rojo (Rhizophora mangle) lidera en distribución, seguido del mangle blanco, negro y botoncillo.
Durante el período de 2017 a 2022, se documentó que el 53 % de los manglares tienen un desarrollo maduro, reflejando su vitalidad y potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
Soluciones naturales y el cambio climático
“Los manglares y praderas marinas son una solución basada en la naturaleza que complementa estrategias globales para reducir emisiones,” afirma un representante de The Pew Charitable Trusts.
Además de actuar como sumideros de carbono, estos humedales protegen las costas de tormentas e inundaciones, estabilizan el suelo y aseguran alimentos para las comunidades locales.
Honduras, hogar de 1.2 millones de hectáreas de humedales, enfrenta el reto de gestionar estos recursos con un sistema centralizado de información que permita maximizar su impacto positivo en la resiliencia climática.
Mangles rojos (Rhizophora mangle) en la costa sur de Honduras. Además de almacenar carbono sobre y bajo la tierra, los mangles rojos son importantes amortiguadores de tormentas, reduciendo la acción de las olas y la erosión y absorben las aguas de las inundaciones. Foto: The Pew Charitable Trusts
Alianzas
El trabajo conjunto entre The Pew Charitable Trusts, el Centro de Estudios Marinos y organismos nacionales como el Consejo Nacional de Vigilancia Biológica busca cerrar la brecha entre ciencia y política.
Desde 2018, estas instituciones promueven metodologías estándares para alinear los datos científicos con las metas climáticas del Acuerdo de París.
Jesús Alexis Rodríguez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), destaca la importancia de recopilar datos precisos sobre los pastos marinos.
“Esto nos permitirá crear estrategias basadas en evidencia para conservar nuestros humedales”.
Impacto en las comunidades costeras
Los manglares y praderas marinas no solo benefician al medio ambiente. En comunidades como Amapala, estos ecosistemas son esenciales para la economía y seguridad alimentaria.
“Este trabajo nos asegura un futuro más estable para nuestras familias,” comparte un pescador local de Amapala.
Estas acciones no solo fortalecerán la gestión ambiental, sino que posicionarán al país como un líder en la lucha contra el cambio climático.
Retos por superar
A pesar de los avances, el camino hacia una gestión sostenible enfrenta desafíos. La falta de financiamiento y apoyo regulatorio limita el impacto de los organismos nacionales.
Asegurar la estabilidad financiera y fomentar la colaboración interinstitucional será clave para que Honduras se consolide como líder en la lucha contra el cambio climático.
La protección de los humedales costeros es más que una estrategia ambiental: es una apuesta por la supervivencia de las generaciones futuras.
Con esfuerzos discretos pero prometedores, Honduras tiene la oportunidad de demostrar que la ciencia y la política pueden trabajar juntas para garantizar un futuro sostenible.
La riqueza de los manglares hondureños no solo radica en su biodiversidad, sino en su capacidad para transformar el presente y el futuro del país.
El cambio climático no espera, y Honduras tampoco debería hacerlo. Este es el momento de actuar y de consolidar alianzas, además de demostrar que los humedales costeros pueden ser la llave verde que abra las puertas a un porvenir resiliente y próspero.