¿Honduras al borde de la violencia electoral? Las señales de un 2025 turbulento

¿Honduras al borde de la violencia electoral? Las señales de un 2025 turbulento

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

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Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

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Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

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Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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“Ya estamos viendo una violencia política palpable. Hay injurias y una alta agresión hacia las mujeres en el ámbito político, lo que sin duda se agravará en las próximas elecciones”, afirma León.

“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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Según el analista político Luis León, el país enfrenta una preocupante falta de educación democrática que siembra un terreno fértil para el populismo y la violencia.

“Ya estamos viendo una violencia política palpable. Hay injurias y una alta agresión hacia las mujeres en el ámbito político, lo que sin duda se agravará en las próximas elecciones”, afirma León.

“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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En este ambiente, donde cada partido lucha por asegurarse el poder, las elecciones de 2025 se perfilan como un evento de alto riesgo.

Según el analista político Luis León, el país enfrenta una preocupante falta de educación democrática que siembra un terreno fértil para el populismo y la violencia.

“Ya estamos viendo una violencia política palpable. Hay injurias y una alta agresión hacia las mujeres en el ámbito político, lo que sin duda se agravará en las próximas elecciones”, afirma León.

“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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A solo un año de las elecciones generales y meses para las internas, Honduras se encuentra sumida en una creciente desconfianza hacia sus instituciones.

En este ambiente, donde cada partido lucha por asegurarse el poder, las elecciones de 2025 se perfilan como un evento de alto riesgo.

Según el analista político Luis León, el país enfrenta una preocupante falta de educación democrática que siembra un terreno fértil para el populismo y la violencia.

“Ya estamos viendo una violencia política palpable. Hay injurias y una alta agresión hacia las mujeres en el ámbito político, lo que sin duda se agravará en las próximas elecciones”, afirma León.

“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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La desconfianza en las instituciones y la polarización social anuncian un ciclo electoral plagado de riesgos, mientras analistas advierten sobre un inminente aumento de la violencia electoral.

Violencia electoral – Las expresiones de preocupación reflejan un clima social polarizado y la creciente desconfianza hacia las instituciones, con seguridad en alerta ante posibles confrontaciones. Foto creada con IA.

A solo un año de las elecciones generales y meses para las internas, Honduras se encuentra sumida en una creciente desconfianza hacia sus instituciones.

En este ambiente, donde cada partido lucha por asegurarse el poder, las elecciones de 2025 se perfilan como un evento de alto riesgo.

Según el analista político Luis León, el país enfrenta una preocupante falta de educación democrática que siembra un terreno fértil para el populismo y la violencia.

“Ya estamos viendo una violencia política palpable. Hay injurias y una alta agresión hacia las mujeres en el ámbito político, lo que sin duda se agravará en las próximas elecciones”, afirma León.

“La falta de propuestas reales y la incapacidad de los candidatos se convierten en ataques y descalificaciones”, señala.

Los expertos proyectan un ciclo de violencia que podría llevar a Honduras al límite de la gobernabilidad.

León enfatiza que la violencia política no solo daña a los involucrados, sino que afecta directamente a la sociedad, ya que “más confrontación trae más pobreza. Honduras no necesita más ataques y miedo, sino soluciones concretas”.

Crisis de liderazgo y propuestas vacías

En un contexto donde las promesas vacías abundan, la estrategia de muchos candidatos se reduce a debilitar a sus oponentes en lugar de proponer soluciones reales.

Las grandes problemáticas del país: desempleo, inseguridad y un sistema educativo en crisis, no encuentran eco en los discursos de quienes aspiran a dirigir el país.

Como afirma León, “los políticos no quieren proponer porque saben que no tienen la capacidad de resolver. Prefieren el circo”.

La falta de propuestas significativas y el juego sucio de ataques genera un ambiente hostil que, según León, se traducirá en una violencia política sin precedentes para el próximo año.

La violencia electoral para los expertos está en Honduras a la vuelta de la esquina.

Una espiral de violencia que no cede

Nicolás Devia-Valbuena, analista de programas del Instituto de Paz de Estados Unidos, coincide en que la confrontación política en Honduras ha ido en aumento desde 2021.

En las elecciones generales de ese año, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) documentó 64 casos de violencia electoral, con 27 asesinatos.

Devia-Valbuena advierte que estas dinámicas están lejos de resolverse y podrían intensificarse en el megaciclo electoral de 2025, donde se elegirá a un nuevo presidente, Congreso Nacional, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano.

“Las elecciones de 2025 podrían convertirse en un terreno de batalla donde los actores políticos busquen consolidar su poder debilitando al máximo a sus oponentes”, señala Devia-Valbuena.

Aunque en 2021 se propuso un pacto político para evitar la violencia, este fue ignorado por los políticos.

El experto propone que, además de medidas formales, es necesario un cambio en los valores sociales y una mayor responsabilidad por parte de los líderes hacia la ciudadanía.

Redes sociales y desinformación

La violencia en el ámbito electoral no se limita a las calles o a los enfrentamientos cara a cara.

La desinformación y los ataques en redes sociales alimentan una atmósfera de desconfianza y hostilidad que polariza aún más a los hondureños.

Cuentas falsas en redes sociales y sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación difunden diariamente cientos de mensajes incendiarios y engañosos, generando confusión y hostilidad.

Según Honduras Verifica, en 2021 se detectaron más de 180 cuentas de Facebook que compartían alrededor de 400 mensajes de desinformación cada día.

“La manipulación y la desinformación en línea contribuyen al aumento de la violencia política y a la intolerancia”, advierte Devia-Valbuena.

Reformas detenidas

Las misiones de observación electoral internacionales ya advirtieron que, para reducir la violencia, es necesario fortalecer las instituciones electorales y hacer reformas significativas.

Sin embargo, el estancamiento legislativo impide la implementación de estas recomendaciones, dejando al país vulnerable ante un escenario de creciente conflictividad.

Entre las reformas destacan la mejora del registro de votantes, independencia de las instituciones electorales y la capacitación de los funcionarios en el proceso electoral.

Además, existe una necesidad urgente de garantizar la participación de mujeres y grupos marginados para construir una democracia más inclusiva.

¿Qué sigue para Honduras?

Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una desconfianza profunda en las instituciones, Honduras se enfrenta a una encrucijada.

Los expertos sugieren que, a menos que haya un cambio generacional en los líderes políticos y una responsabilidad social más fuerte, el país podría experimentar un aumento de la violencia, con graves consecuencias para su democracia.

“Esperar que los partidos políticos cambien de la noche a la mañana es, en el mejor de los casos, optimista”, señala Devia-Valbuena.

“El camino para reducir la violencia y fortalecer la democracia pasa por nuevos liderazgos y una sociedad que valore el diálogo y el respeto mutuo”.

En el horizonte de 2025, el futuro de Honduras pende de un hilo entre la posibilidad de consolidar una democracia pacífica o caer en una espiral de violencia política.

Los hondureños deberán decidir no solo a sus próximos líderes, sino también el tipo de país que desean construir.


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