Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Alfredo Landaverde no era un hombre común. Desde joven demostró un compromiso inquebrantable con la justicia.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Alfredo Landaverde no era un hombre común. Desde joven demostró un compromiso inquebrantable con la justicia.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Su muerte, perpetrada por una estructura criminal que buscó silenciarlo, no logró apagar su legado.
Hoy, su memoria sigue viva, recordando a todos que la verdad y la justicia son armas poderosas contra el crimen organizado.
Un hombre valiente que desafió al poder
Alfredo Landaverde no era un hombre común. Desde joven demostró un compromiso inquebrantable con la justicia.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
El 7 de diciembre de 2024 marcan 13 años desde el asesinato de Alfredo Landaverde, un hombre cuya lucha incansable contra elnarcotráfico y la corrupción lo convirtió en un símbolo de integridad y valentía en Honduras.
Su muerte, perpetrada por una estructura criminal que buscó silenciarlo, no logró apagar su legado.
Hoy, su memoria sigue viva, recordando a todos que la verdad y la justicia son armas poderosas contra el crimen organizado.
Un hombre valiente que desafió al poder
Alfredo Landaverde no era un hombre común. Desde joven demostró un compromiso inquebrantable con la justicia.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.
Hace 13 años, sicarios segaron la vida de Alfredo Landaverde, un hombre que dedicó su existencia a luchar contra el narcotráfico en Honduras. Aunque lo asesinaron, su legado sigue vivo, inspirando a generaciones a continuar su batalla.
Alfredo Landaverde
–
Alfredo Landaverde, símbolo de lucha contra el narcotráfico en Honduras, representado frente a la sombra del crimen organizado y la corrupción, recordando su inquebrantable compromiso con la justicia. Foto creada con IA.
El 7 de diciembre de 2024 marcan 13 años desde el asesinato de Alfredo Landaverde, un hombre cuya lucha incansable contra elnarcotráfico y la corrupción lo convirtió en un símbolo de integridad y valentía en Honduras.
Su muerte, perpetrada por una estructura criminal que buscó silenciarlo, no logró apagar su legado.
Hoy, su memoria sigue viva, recordando a todos que la verdad y la justicia son armas poderosas contra el crimen organizado.
Un hombre valiente que desafió al poder
Alfredo Landaverde no era un hombre común. Desde joven demostró un compromiso inquebrantable con la justicia.
Nacido el 11 de febrero de 1940 en La Lima, Cortés, fue un estudiante destacado que forjó su carácter en las aulas del Instituto José Trinidad Reyes y luego en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su vida estuvo marcada por la lucha, primero por los derechos de los más pobres y luego contra las estructuras del crimen organizado que amenazaban con destruir a Honduras.
En palabras de Hilda Caldera, su viuda, Alfredo fue un “político honesto, valiente y comprometido con el servicio”.
En un país donde la corrupción es moneda corriente, él se mantuvo firme, rechazando cualquier tentación de enriquecimiento ilícito.
“Tuvo oportunidad de recibir dinero, seguramente le ofrecieron, pero se mantuvo honesto. Eso, ahora, es un gran valor”, destacó Caldera.
La huella de los disparos se evidencian en el auto que conducía Alfredo Landaverde.
La lucha contra el narcotráfico: su causa y su condena
Como coordinador de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) y asesor en temas de seguridad, Landaverde fue una de las voces más críticas contra las redes criminales en Honduras.
Días antes de su asesinato, denunció cómo jueces, fiscales y policías estaban coludidos con el narcotráfico.
“El crimen organizado es un aparato con todas las de ley… incluyendo inteligencia y reclutamiento de militares y policías”, afirmó con determinación.
Para Eduardo Villanueva, exdirector de la DIECP, Landaverde era un hombre de convicciones profundas.
La DIECP era la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, que en el 2016 pasó a ser la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales.
“Su estudio e investigación del crimen organizado fue permanente. Fue y sigue siendo un referente del pensamiento y la acción contra esta desgracia de nuestro tiempo”, dijo Villanueva.
También recordó con nostalgia las conversaciones que compartieron, en las que discutían los riesgos inherentes a su lucha.
“Su compromiso lo llevó a convertirse en una víctima más del crimen organizado, mediante un asesinato que aún hoy carece de justicia”, lamentó el abogado.
Un legado que trasciende el tiempo
El asesinato de Landaverde sacudió a Honduras, pero también reforzó su legado. En 2023, el Congreso Nacional declaró el 7 de diciembre como el Día de la Lucha Contra el Narcotráfico, honrando su memoria y la de otros héroes como Julián Arístides González y Orlan Chávez.
Su esposa, Hilda Caldera, asegura que el mejor tributo sería continuar su lucha. Criticó la eliminación de la extradición, una herramienta que consideraba vital para combatir el narcotráfico.
“Quitar la extradición es como si nos dispararan nuevamente a todos”, expresó con pesar.
Justo en el lugar en donde asesinaron a Landaverde se construyó una plaza en su honor.
La vida que quedó truncada
A pesar de los riesgos, Landaverde nunca dejó de denunciar la corrupción. “Si por decir la verdad me van a matar, bienvenida sea la muerte”, declaró días antes de ser asesinado.
Aquella mañana del 7 de diciembre de 2011, mientras conducía junto a su esposa, sicarios acabaron con su vida. Pero no lograron callar su voz.
Eduardo Villanueva, con nostalgia, recuerda la última conversación que sostuvo con Alfredo, apenas unos días antes de su trágica muerte a manos de un sicario en una calle polvorienta de Tegucigalpa.
“En compañía de German Espinal almorzamos en un centro comercial de la ciudad. Conversamos sobre los riesgos que implica denunciar a los criminales”, señaló.
Pero también, hace unos días, en ese mismo lugar y con otro amigo, Villanueva dice que recordó al hombre abnegado y valiente que fue Alfredo, “así también su sacrificio en una batalla cuya victoria aún parece inalcanzable”, señaló.
Alfredo Landaverde no solo fue un hombre valiente, sino un faro de esperanza para un país sumido en la oscuridad del narcotráfico.
Su vida y su lucha llaman a la acción, una invitación a no rendirse ante la injusticia. A 13 años de su partida, su legado sigue vivo, recordándonos que la verdad y la valentía tienen un poder que ni la muerte puede silenciar.