Gerson Ortega Valle libre tras cumplir condena en EE. UU.

Gerson Ortega Valle libre tras cumplir condena en EE. UU.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Gerson Stanley Ortega Valle no siempre estuvo en las sombras. Acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Florida en diciembre de 2013, pasó casi tres años evadiendo a la justicia.

Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Gerson Stanley Ortega Valle no siempre estuvo en las sombras. Acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Florida en diciembre de 2013, pasó casi tres años evadiendo a la justicia.

Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Ortega, sentenciado por su participación en una conspiración internacional de tráfico de drogas, pasó de ser prófugo de la justicia a enfrentar su sentencia, buscando en múltiples ocasiones reducciones adicionales por razones de salud.

Tras años de lucha legal y encarcelamiento, finalmente regresó a la libertad, marcando el fin de su tiempo en prisión.

Prófugo tres años

Gerson Stanley Ortega Valle no siempre estuvo en las sombras. Acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Florida en diciembre de 2013, pasó casi tres años evadiendo a la justicia.

Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Gerson Ortega Valle, conocido como “El Sobrino” y miembro del temido cartel Valle Valle, quedó en libertad el 4 de junio de 2022 después de cumplir una condena reducida de 54 meses en una prisión de Estados Unidos.

Ortega, sentenciado por su participación en una conspiración internacional de tráfico de drogas, pasó de ser prófugo de la justicia a enfrentar su sentencia, buscando en múltiples ocasiones reducciones adicionales por razones de salud.

Tras años de lucha legal y encarcelamiento, finalmente regresó a la libertad, marcando el fin de su tiempo en prisión.

Prófugo tres años

Gerson Stanley Ortega Valle no siempre estuvo en las sombras. Acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Florida en diciembre de 2013, pasó casi tres años evadiendo a la justicia.

Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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Gerson Ortega Valle, hijo de Digna Azucena Valle, vivió una vida marcada por el narcotráfico, las balas y una larga batalla legal.

Gerson Ortega Valle libre – Tras cuatro años y medios de prisión, Gerson Ortega Valle recobró la libertad. Foto creada con IA.

Gerson Ortega Valle, conocido como “El Sobrino” y miembro del temido cartel Valle Valle, quedó en libertad el 4 de junio de 2022 después de cumplir una condena reducida de 54 meses en una prisión de Estados Unidos.

Ortega, sentenciado por su participación en una conspiración internacional de tráfico de drogas, pasó de ser prófugo de la justicia a enfrentar su sentencia, buscando en múltiples ocasiones reducciones adicionales por razones de salud.

Tras años de lucha legal y encarcelamiento, finalmente regresó a la libertad, marcando el fin de su tiempo en prisión.

Prófugo tres años

Gerson Stanley Ortega Valle no siempre estuvo en las sombras. Acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Florida en diciembre de 2013, pasó casi tres años evadiendo a la justicia.

Durante este tiempo, se convirtió en un hombre marcado, perseguido tanto por las autoridades como por su propia salud.

En marzo de 2018, cuando el cerco se cerraba, Gerson decidió entregar su destino a las autoridades estadounidenses.

Contrató a un abogado y, en cuestión de meses, negoció su entrega. En junio de ese mismo año, se declaró culpable de conspirar para trasladar drogas a Estados Unidos, aceptando su participación en una de las redes más influyentes del narcotráfico hondureño.

Varios bienes le aseguró el Ministerio Público a Gerson Ortega Valle.

Condena reducida, pero no suficiente

El 21 de noviembre de 2018, Gerson fue condenado a 108 meses de prisión, una sentencia ya reducida en un 20 % del límite mínimo.

Sin embargo, no fue el final de su batalla legal. Años de apelaciones basadas en su delicado estado de salud resultaron en una nueva reducción de su condena, quedando en 54 meses.

A pesar de ello, Ortega continuó solicitando compasión ante el tribunal, sin éxito, con el alegato siempre de estar enfermo.

Cicatrices de una vida violenta

En octubre de 2012, Gerson Ortega Valle fue víctima de un tiroteo en un hotel en Copán Ruinas.

La fiesta de cumpleaños en la que se encontraba se salió de control, terminando en un violento enfrentamiento armado.

Ortega recibió siete disparos en el brazo, tórax y abdomen, lo que casi le costó la vida. Aunque lo trasladaron de emergencia a San Pedro Sula, la escena del crimen fue limpiada rápidamente y el incidente quedó cubierto en un manto de silencio.

“Sufre problemas pulmonares, insuficiencia cardíaca grave, trastorno pulmonar y obesidad”, argumentaron ante el juez William Dimitrouleas, buscando una liberación anticipada.

Sin embargo, el juez determinó que Gerson se había recuperado casi por completo antes de la sentencia, lo que bloqueó su solicitud.

Aunque su brazo derecho quedó afectado, los registros médicos mostraban que su salud general era estable.

El pasado violento de Ortega lo seguía como una sombra, pero no bastaba para convencer al tribunal.

Su historial

Conocido como “El Sobrino”, Gerson era parte del clan Valle, un poderoso cartel de narcotráfico liderado por su madre, Digna Valle.

Durante años, la familia controló una red de distribución de drogas que llegó a los Estados Unidos.

Con la estructura debilitada y los bienes incautados por la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, Gerson Ortega Valle vio su imperio desmoronarse.

Hoy, a sus 36 años, Gerson Stanley Ortega Valle cumplió su sentencia y está libre. Sin embargo, la mancha de su pasado, las cicatrices de las balas y la caída de su familia seguirán persiguiéndolo por el resto de su vida.

Aunque logró reducir su condena, nunca consiguió que la justicia le otorgara la compasión que tanto buscó.

Su historia, como la de muchos en el mundo del narcotráfico, es un recordatorio de que el poder, aunque inmenso, nunca es eterno.


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