Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Mármol vivió bajo la estricta mirada de sus abuelos, rodeado de las duras lecciones que sólo el campo enseña.
A los 13 años, se trasladó a La Ceiba para continuar sus estudios, pero poco imaginó que la vida lo llevaría hacia una senda donde el riesgo y el dinero se mezclan con el poder.
La ruta del Atlántico donde forjó el imperio
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Desde pequeño, supo de carencias y sacrificios, y cuando sus padres se separaron, fue criado por sus abuelos paternos en una humilde finca.
Mármol vivió bajo la estricta mirada de sus abuelos, rodeado de las duras lecciones que sólo el campo enseña.
A los 13 años, se trasladó a La Ceiba para continuar sus estudios, pero poco imaginó que la vida lo llevaría hacia una senda donde el riesgo y el dinero se mezclan con el poder.
La ruta del Atlántico donde forjó el imperio
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Fredy Mármol Vallejo nació en 1981 en Palacios, un lugar aislado de Gracias a Dios, una región tan recóndita como empobrecida en la costa caribeña de Honduras.
Desde pequeño, supo de carencias y sacrificios, y cuando sus padres se separaron, fue criado por sus abuelos paternos en una humilde finca.
Mármol vivió bajo la estricta mirada de sus abuelos, rodeado de las duras lecciones que sólo el campo enseña.
A los 13 años, se trasladó a La Ceiba para continuar sus estudios, pero poco imaginó que la vida lo llevaría hacia una senda donde el riesgo y el dinero se mezclan con el poder.
La ruta del Atlántico donde forjó el imperio
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.
Fredy Mármol Vallejo, conocido como uno de los líderes del narco en Honduras, tejió una red de tráfico internacional de cocaína que abarcaba Colombia hasta Estados Unidos.
Fredy Mármol
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Fredy Mármol, el hombre que convirtió las costas de Honduras en rutas de tráfico de cocaína hacia Estados Unidos, contempla su imperio con un futuro incierto.
Fredy Mármol Vallejo nació en 1981 en Palacios, un lugar aislado de Gracias a Dios, una región tan recóndita como empobrecida en la costa caribeña de Honduras.
Desde pequeño, supo de carencias y sacrificios, y cuando sus padres se separaron, fue criado por sus abuelos paternos en una humilde finca.
Mármol vivió bajo la estricta mirada de sus abuelos, rodeado de las duras lecciones que sólo el campo enseña.
A los 13 años, se trasladó a La Ceiba para continuar sus estudios, pero poco imaginó que la vida lo llevaría hacia una senda donde el riesgo y el dinero se mezclan con el poder.
La ruta del Atlántico donde forjó el imperio
Los primeros pasos de Fredy Mármol en el mundo del tráfico de drogas comenzaron a través de las rutas marítimas.
A una edad temprana, Mármol halló en los barcos pesqueros una forma de acercarse a la cocaína, un producto que, una vez en su poder, se convirtió en su fortuna.
Al controlarlo, Mármol dio origen a lo que años después se conocería como el “cártel del Atlántico,” un imperio con influencias en Gracias a Dios, Colón, Atlántida e Islas de la Bahía.
Con el tiempo, Mármol expandió su red, introdujo cocaína proveniente de Colombia a través de las rutas marítimas que bordean la costa de Honduras.
Su éxito le permitió adquirir mansiones, lujosas propiedades y barcos en departamentos clave del país.
En un entorno de desconfianza y traiciones, Fredy Mármol consolidó su poder, uniendo a decenas de leales que respondían solo a él.
El juicio y el descenso de un “gerente” del crimen
Después de ser arrestado en 2021, Fredy Mármol fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó una lista de cargos por narcotráfico y lavado de dinero.
Ante la Corte del Distrito Sur de Florida, Mármol se declaró culpable, pero alegó no ser el líder del cartel, sino un “gerente o supervisor”.
Este matiz en su rol le permitió apelar a una condena menor. El juez Chris M. McAliley lo condenó finalmente a 20 años de prisión, otorgándole la posibilidad de salir en libertad en 2038.
Su defensa sostuvo que Mármol no era el “jefe” sino un intermediario, una figura que cumplía instrucciones sin tener el poder final.
Sin embargo, los fiscales dijeron que su influencia en el narcotráfico de Centroamérica era tan amplia que se constituyó en el líder.
De los lujos al encierro
El día de su extradición, el 27 de octubre de 2021, Mármol, entre risas, lanzó una frase provocadora: “Allá voy a esperar a unos diputados”.
La DEA y la Fiscalía lo recibieron en Miami, donde inició el juicio que sellaría su destino.
Mármol ahora pasa sus días en una prisión de Florida, lejos de las mansiones y la opulencia que forjó en Honduras.
Es un hombre que pasó de controlar barcos y fincas a vivir en una celda que no mide más de unos pocos metros cuadrados.
Las aspiraciones de Mármol, de obtener un rol menor en su sentencia, revelan cómo los engranajes del narcotráfico son una mezcla de poder, estrategia y oportunidades que a menudo rozan la impunidad.
Su historia no solo es un reflejo de su ambición, sino también del complejo mundo que convierte a simples ciudadanos en señores del crimen, inmersos en una red que cruza continentes y desafía a la ley.
La Operación Maremoto buscó desmantelarlo
Las autoridades hondureñas lanzaron en 2021 la “Operación Maremoto“, que tuvo como objetivo golpear el corazón de la estructura de Mármol y sus socios.
Durante la operación, los investigadores aseguraron propiedades y bienes de lujo, como villas y cabañas en Roatán y Omoa, así como embarcaciones usadas para el tráfico de drogas.
El despliegue fue impresionante: allanaron mansiones y aseguraron sociedades mercantiles, embarcaciones y vehículos de lujo.
Cada propiedad confiscada era un golpe directo al emporio de Mármol y una señal de advertencia para otros involucrados.
El tesoro incautado reflejó la magnitud del poder y la influencia de Mármol. Entre los bienes figuraban las embarcaciones “Miss Gloria” y “Doble E”, que fueron clave en la logística de su organización.
Su socio Michael Dixon Rivers, extraditado a Estados Unidos, también lo señalaron como cómplice en el lavado de dinero y en la venta de estas naves a otros involucrados en el narcotráfico.
Un legado sombrío
Fredy Mármol, el hombre que surgió desde las costas hondureñas y llegó a ser un nombre en los expedientes de la DEA, dejó una huella que resuena en cada rincón de las playas y barrios donde alguna vez tuvo dominio.
Aunque su sentencia de 20 años en Florida lo aleja de la vista pública, su historia es un recordatorio de cómo el narcotráfico trasciende generaciones y fronteras.
Para Honduras, Mármol es una leyenda y una advertencia de que, mientras existan rutas y mercados, siempre habrá quienes, como él, desafíen los límites en busca de poder y riqueza.
Fredy Mármol aunque lejos, sigue siendo una sombra en las costas que lo vieron crecer y en los muelles que alguna vez le brindaron su ruta hacia la grandeza… y hacia su caída.