Esperanza y apoyo ofrece Iglesia a migrantes ante amenaza de deportación

Esperanza y apoyo ofrece Iglesia a migrantes ante amenaza de deportación

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Ahora, la nueva administración promete medidas severas que dejan a miles en un limbo de incertidumbre y miedo.

“Estamos aquí para acompañar a nuestras hermanas y hermanos migrantes en sus momentos más oscuros. La fe nos llama a ser su refugio y a luchar por su dignidad”, dijo el padre Michael Johnson, uno de los sacerdotes que lideró la ceremonia.

Un llamado a la humanidad

El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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La escena, acompañada de oraciones y cánticos, ocurrió horas antes de que Donald Trump asumiera su mandato como presidente de los Estados Unidos, marcando el fin de políticas que facilitaron la entrada legal de casi un millón de migrantes mediante la aplicación CBP One.

Ahora, la nueva administración promete medidas severas que dejan a miles en un limbo de incertidumbre y miedo.

“Estamos aquí para acompañar a nuestras hermanas y hermanos migrantes en sus momentos más oscuros. La fe nos llama a ser su refugio y a luchar por su dignidad”, dijo el padre Michael Johnson, uno de los sacerdotes que lideró la ceremonia.

Un llamado a la humanidad

El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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Estos paquetes contenían un chal de oración, un rosario y una estatua del santo patrón de los inmigrantes.

La escena, acompañada de oraciones y cánticos, ocurrió horas antes de que Donald Trump asumiera su mandato como presidente de los Estados Unidos, marcando el fin de políticas que facilitaron la entrada legal de casi un millón de migrantes mediante la aplicación CBP One.

Ahora, la nueva administración promete medidas severas que dejan a miles en un limbo de incertidumbre y miedo.

“Estamos aquí para acompañar a nuestras hermanas y hermanos migrantes en sus momentos más oscuros. La fe nos llama a ser su refugio y a luchar por su dignidad”, dijo el padre Michael Johnson, uno de los sacerdotes que lideró la ceremonia.

Un llamado a la humanidad

El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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En una ceremonia cargada de simbolismo y emoción, sacerdotes de Chicago bendijeron paquetes pastorales destinados a familias que podrían enfrentar la deportación inminente.

Estos paquetes contenían un chal de oración, un rosario y una estatua del santo patrón de los inmigrantes.

La escena, acompañada de oraciones y cánticos, ocurrió horas antes de que Donald Trump asumiera su mandato como presidente de los Estados Unidos, marcando el fin de políticas que facilitaron la entrada legal de casi un millón de migrantes mediante la aplicación CBP One.

Ahora, la nueva administración promete medidas severas que dejan a miles en un limbo de incertidumbre y miedo.

“Estamos aquí para acompañar a nuestras hermanas y hermanos migrantes en sus momentos más oscuros. La fe nos llama a ser su refugio y a luchar por su dignidad”, dijo el padre Michael Johnson, uno de los sacerdotes que lideró la ceremonia.

Un llamado a la humanidad

El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

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Con un chal de oración y un rosario en mano, líderes religiosos en México y Estados Unidos reafirman su compromiso con los migrantes frente a un panorama de incertidumbre y deportaciones masivas anunciadas por la nueva administración de Donald Trump.

Un grupo de migrantes fueron atrapados por una patrulla fronteriza de los EEUU después de cruzar la frontera desde Playa de Tijuana en Tijuana, México. (Atilgan Ozdil – Anadolu)

En una ceremonia cargada de simbolismo y emoción, sacerdotes de Chicago bendijeron paquetes pastorales destinados a familias que podrían enfrentar la deportación inminente.

Estos paquetes contenían un chal de oración, un rosario y una estatua del santo patrón de los inmigrantes.

La escena, acompañada de oraciones y cánticos, ocurrió horas antes de que Donald Trump asumiera su mandato como presidente de los Estados Unidos, marcando el fin de políticas que facilitaron la entrada legal de casi un millón de migrantes mediante la aplicación CBP One.

Ahora, la nueva administración promete medidas severas que dejan a miles en un limbo de incertidumbre y miedo.

“Estamos aquí para acompañar a nuestras hermanas y hermanos migrantes en sus momentos más oscuros. La fe nos llama a ser su refugio y a luchar por su dignidad”, dijo el padre Michael Johnson, uno de los sacerdotes que lideró la ceremonia.

Un llamado a la humanidad

El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, sumó su voz a las preocupaciones sobre las deportaciones masivas.

“La comunidad católica se une a la gente de Chicago en la defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo”, afirmó.

El papa Francisco también alzó la voz, calificando los planes de la administración Trump como “una desgracia” y una afrenta contra los más vulnerables.

“Este es un tiempo de preguntas dolorosas para las personas de fe”, expresó el pontífice, subrayando la obligación moral de proteger a los necesitados.

Cupich también denunció la separación familiar que estas medidas pueden generar: “Es una herida para nuestra comunidad y una afrenta a la dignidad humana. Nos oponemos firmemente a cualquier plan que incluya la deportación de ciudadanos nacidos de padres indocumentados”, agregó.

Migrantes bajo custodia. Foto: Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos.

Chicago en pie de lucha

Con los rumores de que los operativos de deportación comenzarán en la región de Chicago, parroquias locales intensifican sus esfuerzos para apoyar a las familias afectadas.

“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras destruyen los sueños de miles de familias trabajadoras”, declaró el padre Miguel Álvarez, líder de una comunidad parroquial en el sur de la ciudad.

Además de la asistencia espiritual, las iglesias están organizando refugios temporales y proporcionando recursos legales para quienes enfrenten procesos de deportación.

Estas iniciativas buscan ofrecer no solo consuelo, sino soluciones prácticas para proteger a los más vulnerables.

Un futuro incierto

Mientras tanto, la conferencia episcopal mexicana y la comunidad católica de Chicago trabajan en coordinación para recibir a los repatriados y ayudarles a reconstruir sus vidas.

“Pongámonos en su lugar”, instaron los obispos mexicanos, enfatizando la necesidad de empatía y generosidad en este momento crítico.

La Iglesia Católica, desde Chicago hasta la Ciudad de México, demuestra que la solidaridad y la fe no tienen fronteras. Ante un futuro incierto, líderes religiosos y civiles reafirman su compromiso con la dignidad humana.

El padre Johnson cerró su discurso con un mensaje que queda grabado entre los asistentes:

“Cuando una puerta se cierra, la comunidad debe convertirse en el puente. No dejaremos que nuestros hermanos y hermanas enfrenten este camino solos. La fe nos guía, y el amor nos impulsa a actuar”.

En medio de la amenaza de deportaciones masivas, los sacerdotes de Chicago, junto con líderes religiosos de ambos lados de la frontera, encienden una luz de esperanza para los migrantes, recordándoles que no están solos.


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