el alto oficial que traicionó a la Policía por el narco

el alto oficial que traicionó a la Policía por el narco

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Desde 1991 hasta 2016, Zavala Velásquez construyó una carrera ascendente en la Policía Nacional.

Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Desde 1991 hasta 2016, Zavala Velásquez construyó una carrera ascendente en la Policía Nacional.

Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Este exjefe policial, cuya misión era servir y proteger, terminó traicionando su uniforme y su país al colaborar con narcotraficantes.

Su historia, que combina poder, corrupción y traición, culminó en una sentencia de 12 años de prisión en Estados Unidos.

Cómo el poder corrompió su misión

Desde 1991 hasta 2016, Zavala Velásquez construyó una carrera ascendente en la Policía Nacional.

Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Carlos José Zavala Velásquez, quien alguna vez fue un respetado alto funcionario policial en Honduras, se convirtió en el rostro de la corrupción que facilitó el flujo de drogas desde Centroamérica hacia Estados Unidos.

Este exjefe policial, cuya misión era servir y proteger, terminó traicionando su uniforme y su país al colaborar con narcotraficantes.

Su historia, que combina poder, corrupción y traición, culminó en una sentencia de 12 años de prisión en Estados Unidos.

Cómo el poder corrompió su misión

Desde 1991 hasta 2016, Zavala Velásquez construyó una carrera ascendente en la Policía Nacional.

Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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Carlos Zavala Velásquez, exalto mando policial, pasó de combatir el crimen organizado a ser un engranaje clave del narcotráfico. Su traición impactó al país y lo llevó a enfrentar la justicia en Estados Unidos.

Zavala – : La sala de la juez Lorna Schofield en el Distrito Sur de Nueva York, un símbolo de justicia en casos de alto perfil como el de Zavala Velásquez. Foto creada con IA.

Carlos José Zavala Velásquez, quien alguna vez fue un respetado alto funcionario policial en Honduras, se convirtió en el rostro de la corrupción que facilitó el flujo de drogas desde Centroamérica hacia Estados Unidos.

Este exjefe policial, cuya misión era servir y proteger, terminó traicionando su uniforme y su país al colaborar con narcotraficantes.

Su historia, que combina poder, corrupción y traición, culminó en una sentencia de 12 años de prisión en Estados Unidos.

Cómo el poder corrompió su misión

Desde 1991 hasta 2016, Zavala Velásquez construyó una carrera ascendente en la Policía Nacional.

Ocupó puestos clave, como jefe en San Pedro Sula y Villanueva, y lideró la entonces Direccción Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), diseñada para combatir el crimen organizado.

Sin embargo, entre 2009 y 2012, mientras ocupaba estos cargos, Zavala pasó a ser una pieza fundamental para la red de narcotráfico de Héctor Emilio Fernández Rosa, conocido como “Don H, según la Fiscalía de Nueva York“.

Con información privilegiada sobre operativos policiales, Zavala ayudó a proteger los envíos de cocaína que transitaban por Honduras.

No solo alertaba a los narcotraficantes sobre investigaciones en curso, sino que también escoltaba cargamentos, recibiendo pagos de entre 5,000 y 20,000 dólares por cada colaboración.

La caída

En junio de 2016, Zavala Velásquez se entregó a las autoridades estadounidenses tras ser acusado de conspiración para traficar más de 450 kilogramos de cocaína.

Durante el juicio, documentos judiciales revelaron la magnitud de su corrupción y su rol como facilitador clave de una red que inundó de drogas a Estados Unidos.

Raymond Donovan, agente especial de la DEA, enfatizó que Zavala no solo traicionó a Honduras, sino que también contribuyó a la violencia y desestabilización de la región.

“Fue un facilitador clave para una organización criminal que causó daños incalculables”, declaró Donovan.

Carlos José Zavala Velásquez participó en la operación dirigida contra bienes de Héctor Emilio Fernández, encontrando una AK-47 bañada en oro en 2012.

La red de corrupción en la Policía Nacional

El caso de Zavala no fue un hecho aislado. Junto a él, otros altos mandos policiales, como Mario Mejía Vargas y Ludwig Zelaya Romero, también cayeron en el entramado del narcotráfico.

Todos fueron procesados en tribunales estadounidenses por su participación en conspiraciones relacionadas con el tráfico de drogas y armas.

Zavala destacó entre ellos por su rol protagónico y por la posición estratégica que ocupó dentro de la Policía Nacional.

Su nombre, una vez asociado con grandes operativos, ahora simboliza la corrupción y el abuso de poder.

Intentos por reducir la condena

En 2020, Zavala solicitó una reducción de su sentencia, argumentando problemas de salud y los riesgos del COVID-19 en prisión.

Sin embargo, el tribunal denegó su petición, considerando insuficientes sus razones. Actualmente cumple su condena en una prisión de baja seguridad en Estados Unidos, alejado de su familia y del país que alguna vez juró proteger.

La historia de Carlos Zavala Velásquez es un recordatorio de cómo la corrupción puede desmantelar instituciones y traicionar la confianza ciudadana.

Su caso expone la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el narcotráfico y resalta la necesidad de una justicia implacable contra quienes eligen el crimen por encima del deber.

Zavala pasará sus años restantes tras las rejas, pero el daño causado a Honduras y a su Policía Nacional tardará mucho más en repararse.


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