La tecnología oculta con la que ‘El Cachiro’ expuso a narcos y políticos

La tecnología oculta con la que ‘El Cachiro’ expuso a narcos y políticos

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

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A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

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Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

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Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

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La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

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La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

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A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

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Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

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Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

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Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

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Son esas evidencia las que cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el narcotráfico en Honduras.

“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

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Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Ambos pactaron con la DEA, ofrecieron no solo su testimonio, sino un arsenal de pruebas tecnológicas.

Son esas evidencia las que cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el narcotráfico en Honduras.

“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Las traiciones, los operativos cada vez más cercanos y la amenaza de perder su vida o libertad los llevaron a buscar refugio en la justicia estadounidense.

Ambos pactaron con la DEA, ofrecieron no solo su testimonio, sino un arsenal de pruebas tecnológicas.

Son esas evidencia las que cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el narcotráfico en Honduras.

“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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En 2012, Devis Leonel Rivera Maradiaga, conocido como “El Cachiro”, y su hermano Javier Eriberto comenzaron a percibir que su liderazgo en el cartel estaba en peligro.

Las traiciones, los operativos cada vez más cercanos y la amenaza de perder su vida o libertad los llevaron a buscar refugio en la justicia estadounidense.

Ambos pactaron con la DEA, ofrecieron no solo su testimonio, sino un arsenal de pruebas tecnológicas.

Son esas evidencia las que cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el narcotráfico en Honduras.

“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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Devis Leonel Rivera Maradiaga, líder del cartel de Los Cachiros, utilizó micrófonos espías, cámaras ocultas y documentos comprometedores para confirmar su alianza con funcionarios, diputados y empresarios.

En 2012, Devis Leonel Rivera Maradiaga, conocido como “El Cachiro”, y su hermano Javier Eriberto comenzaron a percibir que su liderazgo en el cartel estaba en peligro.

Las traiciones, los operativos cada vez más cercanos y la amenaza de perder su vida o libertad los llevaron a buscar refugio en la justicia estadounidense.

Ambos pactaron con la DEA, ofrecieron no solo su testimonio, sino un arsenal de pruebas tecnológicas.

Son esas evidencia las que cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el narcotráfico en Honduras.

“El Cachiro” confesó ante la Corte de Nueva York que tomó la iniciativa por cuenta propia.

Señaló que buscó documentar sus reuniones con políticos y funcionarios, sin recibir presiones de la DEA.

“Lo hice solo. Nadie me proporcionó el equipo para grabar esas reuniones; yo mismo lo adquirí y decidí exponer quiénes fueron nuestros socios”, declaró.

La tecnología como aliada mortal

Desde micrófonos ocultos en relojes y gorras, hasta cámaras disimuladas en bolígrafos y maletines, “El Cachiro” registró conversaciones clave.

En estas reuniones, funcionarios de alto nivel discutían estrategias para asegurar la protección del cartel, mientras recibían sobornos a cambio de información de operativos, leyes favorables y colocación en puestos estratégicos.

Los Cachiros no dejaron cabos sueltos: grabaciones de audio, videos y fotografías capturaron cómo el narco infiltró las campañas políticas, apostando por candidatos que luego garantizarían la continuidad de sus operaciones ilícitas.

Sobornos que comprometieron un país

El material recopilado por Rivera Maradiaga no solo evidencia la corrupción sistemática, sino que también salpica a figuras de todos los niveles.

Entre ellos figuran: empresarios, alcaldes, policías, diputados, políticos, magistrados y jueces.

Entre los hechos documentados, destacan reuniones donde se discutía el financiamiento de campañas políticas y la entrega de dinero a cambio de favores judiciales y legislativos.

Devis Leonel Rivera Maradiaga, a la izquierda, y Javier Eriberto Rivera Maradiaga. Estos hermanos lideraban a Los Cachiros, una banda de narcotraficantes que se adjudicaron decenas de asesinatos. Foto: Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro.

El precio de la colaboración

A pesar de ser líderes de un cartel, los hermanos Rivera Maradiaga aseguraron un tratamiento diferente gracias a su cooperación.

Mientras Devis testifica en los tribunales, el paradero de Javier Eriberto Rivera Maradiaga sigue siendo un misterio.

Su silencio y su ausencia alimentan teorías sobre acuerdos confidenciales que les aseguran cierta protección a cambio de hundir a los involucrados.

Las grabaciones de Los Cachiros no solo revelan el alcance del narco en Honduras, sino que también marcan un antes y un después en las investigaciones.

Hoy, los tribunales estadounidenses utilizan estas pruebas para procesar a individuos que antes parecían intocables.

Honduras en vilo

La voz de Rivera Maradiaga resuena en las cortes de Estados Unidos, pero las implicaciones retumban en Honduras.

Un país entero observa con expectación cómo las pruebas del exlíder narco podrían desmoronar redes de corrupción que por años sostuvieron el poder del crimen organizado.

La tecnología y la astucia de Los Cachiros, que un día los posicionaron como líderes en el narcotráfico, hoy son las herramientas que los mantienen con vida y lejos de las estadísticas de violencia que afectan a tantos otros capos.

La lista de nombres revelada por Rivera Maradiaga todavía no termina, y el miedo sigue creciendo entre quienes alguna vez fueron aliados de los narcos.

La historia de Los Cachiros no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio del precio de la corrupción.

Mientras las pruebas sigan saliendo a la luz, Honduras continuará enfrentando las consecuencias de haber permitido que el narco penetrara tan profundamente en su institucionalidad.


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