“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
“El Parlacen debe ser un instrumento de unidad, justicia y paz, pero falló en ser un auténtico servidor de los pueblos centroamericanos”, afirmaron los prelados.
En su mensaje, exhortan a los representantes del organismo a recuperar su vocación ética y actuar como verdaderos líderes regionales.
Un llamado a la responsabilidad de los gobiernos
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Este organismo, promueve la integración política y económica en la región, lo critican por perder su enfoque y transformarse en un espacio que carece de efectividad y compromiso real.
“El Parlacen debe ser un instrumento de unidad, justicia y paz, pero falló en ser un auténtico servidor de los pueblos centroamericanos”, afirmaron los prelados.
En su mensaje, exhortan a los representantes del organismo a recuperar su vocación ética y actuar como verdaderos líderes regionales.
Un llamado a la responsabilidad de los gobiernos
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
En un comunicado, losobispos de Centroaméricaexpresaron su preocupación por lo que describen como una desnaturalización del Parlamento Centroamericano.
Este organismo, promueve la integración política y económica en la región, lo critican por perder su enfoque y transformarse en un espacio que carece de efectividad y compromiso real.
“El Parlacen debe ser un instrumento de unidad, justicia y paz, pero falló en ser un auténtico servidor de los pueblos centroamericanos”, afirmaron los prelados.
En su mensaje, exhortan a los representantes del organismo a recuperar su vocación ética y actuar como verdaderos líderes regionales.
Un llamado a la responsabilidad de los gobiernos
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.
Los obispos centroamericanos han lanzado una crítica directa al Parlamento Centroamericano (Parlacen), cuestionando su desvío de objetivos y llamando a recuperar su ética como servidor de la región.
En un comunicado, losobispos de Centroaméricaexpresaron su preocupación por lo que describen como una desnaturalización del Parlamento Centroamericano.
Este organismo, promueve la integración política y económica en la región, lo critican por perder su enfoque y transformarse en un espacio que carece de efectividad y compromiso real.
“El Parlacen debe ser un instrumento de unidad, justicia y paz, pero falló en ser un auténtico servidor de los pueblos centroamericanos”, afirmaron los prelados.
En su mensaje, exhortan a los representantes del organismo a recuperar su vocación ética y actuar como verdaderos líderes regionales.
Un llamado a la responsabilidad de los gobiernos
Los obispos también dirigieron su mensaje a los gobiernos de la región, instándolos a asumir con mayor seriedad sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
“La falta de acción colectiva y la ausencia de una visión común son evidentes”, señalaron, enfatizando la urgencia de abordar problemas como la migración, la pobreza y la violencia que afectan a millones de centroamericanos.
La Iglesia, en este contexto, reafirma su compromiso de ser una voz crítica y constructiva en medio de los desafíos que enfrentan las naciones del istmo.
Juventud como motor de cambio
Un segmento especial del mensaje estuvo dirigido a los jóvenes, a quienes se les reconoció como el futuro de la región.
“Con su entusiasmo y alegría, los jóvenes pueden ser el fermento de una nueva sociedad que viva según los principios del Evangelio”, declararon los obispos.
El llamado también incluyó una invitación a sumarse al esfuerzo de construir una región basada en valores como la solidaridad y la paz.
Aseguran que es momento de trascender las barreras políticas y sociales que perpetúan la desigualdad.
Una visión de esperanza y compromiso
El comunicado finalizó con un mensaje esperanzador: “La Iglesia es un hogar y una familia para todos, sin exclusiones”, señalan.
Los obispos llaman a inspirar un compromiso renovado, no solo entre los líderes políticos, sino también entre las comunidades e individuos que aporten al desarrollo integral de Centroamérica.
Un reto colectivo
La desnaturalización del Parlacen no solo es un problema institucional, sino un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la región.
“Solo con unidad, solidaridad y acción colectiva podremos superar los obstáculos que nos separan y construir una verdadera comunidad de naciones”, concluyeron los obispos.
Este llamado no es una simple crítica, sino un recordatorio de que el futuro de Centroamérica depende de decisiones éticas y comprometidas.